Desde que la Psicología inició la andadura en la sociedad, son muchas las ideas equivocadas que rondan las cabezas con respecto a lo que te dirá la psicóloga en la consulta.
Hoy quiero desmontar algunos mitos, principalmente aquellos que tratan de buscar consejos o acuden a consulta para saber su futuro. No somos tarotistas, no leemos el futuro, no aconsejamos (generalmente), no damos nuestra opinión personal, no nos metemos en estas movidas. Si no, lxs psicólogxs seríamos humanos con vidas perfectas y sin problemas. Y esto, también es un mito.
No, lxs psicólogxs no tenemos vidas perfectas. Creer esto es un mito.
Leyendo a Yuval Noah Harari, he encontrado una explicación interesante, que mediante una metáfora intenta paliar el sentido de la terapia psicológica. Y también usa un mito, comparar al psicólogo con el sacerdote: creemos que si antes buscábamos al sacerdote para confesarnos, en este siglo, es más común buscar al psicólogo para encontrar respuestas.
La diferencia entre ambos es abismal, nosotros no tenemos ese libro sagrado que define el bien y el mal. No podemos juzgar lo que nos cuentan en terapia como bueno o malo, ya que si le ponemos esa etiqueta, estaría dando mi opinión personal sobre tu vida. Lo que sí hacemos, en cambio, es explorar eso que nos cuentan para saber cómo tú lo interpretas, si lo das por bueno o si te hace sentir bien; o en cambio, te sientes mal por lo que has hecho.
No podemos juzgar lo que nos cuentan en terapia como bueno o malo. Lo que sí hacemos es que tú sepas como lo juzgas tu y cómo eso te hace sentir.
Por tanto, la opinión que cuenta no es la mía, si no la tuya. En el Manual Diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM), que sería como nuestro libro sagrado, permiten diagnosticar los problemas que te ocurren en tu vida, pero no su sentido. No soy yo quien le otorga el sentido a esos problemas, eres tú el único que puede hacerlo, eso sí, voy a ayudarte a que lo descubras.
Como dice Yuval, al margen de lo que yo opine sobre tu vida (que como persona puedo tener una opinión pero nunca la impondré), te ayudaré a examinar las cámaras más recónditas de tu corazón. Allí y solo allí, encontrarás las respuestas. La diferencia con los sacerdotes es que no tengo línea directa con Dios y por tanto, lo que para él está bien o mal; para mí es mucho más importante que tengas línea directa con tus sentimientos más íntimos. Y ahí sí trabajaremos juntos, por darle luz y conciencia a ellos.