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Heridas infantiles

Desde pequeños, nuestra familia muestra actitudes que nos condicionan para adaptarnos a nuestra cultura/sociedad, enseñándonos “lo que se debe hacer” o “como tiene que ser”, según el código moral de la familia, esto es lo que es bueno o malo, correcto o incorrecto, adecuado o inadecuado. Nuestro carácter se va conformando para así sentirnos amados por ellos. Estas actitudes que nos condicionan, sustentan nuestros valores y creencias, permitiendo desarrollar diferentes personajes y patrones de conducta que se repiten de forma automática en el transcurso de nuestra vida.

¿Y cómo nos condicionan estas actitudes de nuestros padres?

  • Halago, sobrevaloración

Los padres proyectan en sus hijos sus propias carencias para que sean más importantes o mejores que ellos, por lo que sus hijos desarrollan adicción al halago o incluso negación de los propios errores. La herida es creer que nos aman si nos halagan y nos aman si somos mejores o más importantes que los demás. Tienen dificultades para vivir la frustración, el sufrimiento y las incomodidades.

Personajes que se desarrollan: orgulloso, perfeccionista, prepotente, niño bueno, salvador, generoso, autoindulgente…

  • Autoritarismo, control, exigencia, imposición

Los padres captan los impulsos del niño, reprimiendo su espontaneidad y dirigiendo su vida hacia lo que ellos consideran que es “lo correcto”. Genera caracteres miedosos, inseguros, sumisos o rebeldes.

  • Los sumisos controlan excesivamente sus impulsos o emociones para adecuarse a lo correcto según sus padres, por miedo al castigo o la desaprobación. Lo correcto es el código moral de conducta apropiada. Si cumples, vales y te queremos.

Personajes que se desarrollan: controlador, paranoide, reprimido, inseguro, dubitativo, moralista, normativo, obsesivo, autoritario, exigente, víctima, culpable, acusador, crítico…

  • Los rebeldes se endurecen, anestesian, se insenbilizan y aprenden a oponerse contra el opresor, reivindicando su derecho, negando el miedo haciéndose fuertes y agresivos. Hay que ser duros y fuertes para sobrevivir.

Personajes que se desarrollan: fuerte, duro, insensible, contrafóbico, arriesgado, impositivo, justiciero, autoritario, agresivo, violento, controlador..

  • Abandono, rechazo, infravaloración, comparación

Los padres ponen de manifiesto el rechazo a sus propios hijos porque éstos no se adaptan a su ideal o porque les recuerdan sus propias sombras. Los hijos rechazados, exigidos o abandonados no se sienten dignos de ser amados, infravalorándose, culpándose y avergonzándose. La infravaloración de los padres a los hijos o la comparación con otros que los padres consideren más valiosos, hace que los hijos pierdan el sentido de quiénes son, haciendo caracteres con una mirada hacia lo que no tienen, hacia lo que falta. Le cuesta valorar lo que son, lo que tienen y sentirse afortunados (profundo sentimiento de envidia).

Personajes que se desarrollan: desvalorizador, víctima, sufridor, enfadado, acusador, pesimista, juez, culpable, envidioso…

  • Sobreprotección, dependencia, desconfianza, miedo

Los padres con actitud sobreprotectora por dos motivos: miedo a que les suceda algo malo o seducción para sentirse necesarios. Esto genera dependencia y una creencia infravalorada en las capacidades de sus hijos, por lo que piensan que no son capaces, inseguros, sumisos, complacientes y con poca iniciativa. Tienden a relacionarse con personas cuidadoras y sumisas (buscando el padre o la madre que los siga protegiendo).

Personajes que se desarrollan: sumiso, adaptado, complaciente, dependiente, pasivo, desconfiado, miedoso, víctima, reprimido…

  • Manipulación, engaño, falsedad, mentira

La manipulación como forma de manifestar que no pueden aceptar a su hijo como es, aunque expresen lo contrario. También tienden a mostrarles a sus hijos una imagen de sí mismos diferentes a lo que son. Esto genera hijos desconfiados, estrategas, controladores, vendiendo una imagen diferente de lo que son y mostrando los roles más convenientes en cada situación. Al ser tan miméticos, caen en el olvido de sí con tanta adaptación a los demás. Son personas activas, complacientes, responsables que buscan valoración, reconocimiento y éxito compulsivamente.

Personajes que se desarrollan: desconectado, reprimido, planificador, activo, complaciente, adaptado, esforzado, falso, estratega, exigente, perfeccionista…

  • Aislamiento, distancia, desconexión

Padres fríos, distantes que tienden a ser poco afectivos y comunicativos con sus hijos. El niño no puede expresarse ni compartir con ellos por lo que se acomodan en la desconexión y la frialdad, anestesiando sus impulsos.

Personajes que se desarrollan: aislado, inseguro, desconectado, frío, distante, imaginativo, solitario, miedoso, desconfiado, controlador…

Con respecto al por qué nuestros padres se comportaron así limitando nuestra esencia: nuestra creatividad, espontaneidad, originalidad, libertad, etc…tenemos que entender que ellos también se desarrollaron en una familia/cultura que les impulso su código moral, por lo que ellos también tuvieron que desarrollar su personalidad que les permitiera sobrevivir en ese entorno. Ésto quiere decir que todos, tanto hijos como padres y éstos a su vez de sus padres (y así sucesivamente) recibimos el amor condicionado si cumplimos con esos códigos morales. No estamos fuera de esa secuencia transgeneracional, lo que sí podemos como forma de conciencia y gestión responsable para con nosotros mismos es no caer en los automáticos como forma de excusarnos ante las dificultades de nuestras vidas, si no, entender nuestra vida y nuestra herida, aceptarla como parte de nuestra experiencia vital y decidir conscientemente hacia donde queremos seguir moldeando nuestra personalidad. Ese es nuestro poder.

Bibliografía: Ego, esencia y transformación. A. Pacheco.