«Según la mitología budista se habla de que coexisten seis reinos o mundos. Son seis reinos de existencia que corresponden respectivamente a los dioses, semidioses, los humanos, los habitantes de los infiernos, los animales y los espíritus hambrientos. Cada uno de ellos resulta de una de las seis principales emociones negativas: orgullo, envidia, deseo, ignorancia, codicia e ira.
En nuestra sociedad esta mitología nos suena fantasiosa, desconectada de nuestra realidad, pero, ¿cómo podemos comprobar la no existencia de estos mundos? Estos mundos son metafóricos para entender cómo nuestras emociones negativas crean reinos enteros alrededor de nosotros y definan el estilo, la forma, el sabor y el contexto de nuestra vida en estos reinos […]. Y existen también en nuestro interior las distintas semillas de cada reino, siempre dispuestas a germinar y a crecer según lo que influya en ellas el modo en que decidamos vivir.
Por otra parte, otra visión occidental que tenemos de entender estos mundos es verlos como estados mentales donde ciertas emociones son extremas o dominantes. Son como estados psicológicos «somos lo que pensamos» y así construimos el mundo.
Los 6 reinos: estados mentales
Las características de cada uno de los seis reinos de existencia son éstas: El mundo de los dioses, “Deva”: son bellos, gozan de larga vida y son ricos en felicidad permanente y por ello hay una absoluto desconocimiento del sufrimiento, se dejan llevar por la pereza, este mundo se caracteriza por ser un mundo ocioso y anestesiado del dolor, donde todo es perfecto y se dedican a “surfear”, divertirse. Los maestros plantean esta forma de vivir como una forma de adormecer el cerebro y el alma, ya que vivir así no requiere ningún esfuerzo y al no haber conciencia del dolor ni del sufrimiento no hay necesidad de evolución.
Después encontramos el segundo mundo, el de los “Asura”. Los semidioses. Éstos están ciegos por la envidia, dominados por el orgullo y la codicia, y no admiten la superioridad de los Deba (los dioses). Por ello siempre están preparados para combatir, para poder obtener un mejor lugar o la satisfacción de sus deseos. Se les representa con rasgos de combatientes armados con arco y flecha, a veces con el cuerpo ensangrentado e incluso mutilado. La simbología de este mundo violento es la del combate por la satisfacción de los deseos. De hecho en sus propios reinos se disputan los territorios y luchan y pelean entre ellos continuamente a causa de sus desacuerdos. Este reino está impregnado también de sufrimiento.
El tercer mundo es el nuestro, el de los humanos. Los humanos no entienden nada de lo que pasa ni tampoco el sentido de la vida, del samsara ni del karma, razón por la que siempre están intentando a conseguir algo y, por supuesto siempre en el exterior de ellos mismos. Los humanos están fascinados por los millones de reflejos del mundo de Mara y pasan el tiempo corriendo tras ellos y vagabundeando. Pero aun así, los maestros consideran que es la vida humana la más valiosa que las demás. Por el hecho de tener conciencia e inteligencia y a diferencia del mundo de los dioses, el sufrimiento es el detonador de una búsqueda de transformación espiritual: gracias a ello y a nuestro deseo de aliviar nuestro sufrimiento, que podemos desarrollar todo nuestro potencial, ahora oscurecido.
Para ello tenemos que conocer cómo es nuestra mente, familiarizarnos con ella, para darnos cuenta de que no es permanente ni independiente, que no tiene existencia intrínseca. Somos responsables del estado de nuestra mente y por ello, podemos cambiar.
En los otros tres reinos siguientes los nacimientos son más dolorosos. Son los reinos inferiores. En primer lugar, está el infierno que encierra a los seres que cometen actos verdaderamente nocivos para la humanidad. La causa de nacer allí son las acciones hechas con odio y su renacimiento es uno de los peores. Se dice incluso que nunca saldrán de ese infierno.
Después están los animales, el mundo de los animales: dominados por la sexualidad o por la ignorancia y reducidos a sus instintos primarios.
Y por último están los Espíritus Hambrientos o también llamados Pretas, se describen como criaturas parecidas a los humanos, con largas gargantas que son tan estrechas y están tan en carne viva que el tragar produce un dolor insoportable. Sus grandes vientres distendidos son incapaces de digerir ningún tipo de alimento y los intentos de gratificarse sólo producen un hambre más intensa. Los Espíritus Hambrientos no pueden disfrutar de las experiencias de la vida cotidiana. Son seres que están privados del disfrute material y físico, siempre están buscando comida, con esas bocas tan pequeñas, del tamaño del ojo de una aguja, y por ello, condenados a no poder engullir nada sólido. Su esófago está totalmente contraído, y a pesar de ello siempre tienen apetito, por ello siempre están frustrados e insatisfechos. Arden de hambre hasta tal punto que en las imágenes se les ve escupir fuego: su interior está en llamas. Sin embargo, los pretas generalmente son considerados como seres dignos de compasión. Así, en algunos monasterios budistas, los monjes les dejan comida, dinero o flores antes de las comidas».
Texto extraído de Espíritus Hambrientos en una sociedad voraz. Un enfoque gestático de los desórdenes alimentarios.Mariona Ribas. AETG 2014.
Estos reinos coexisten dentro de nosotros, crean realidades, son emociones que conforman y determinan nuestra personalidad y con ello nuestra visión del mundo. Qué emoción alimentas más? Cuál de estos 6 reinos se hace más poderoso en tu interior?
Y recuerda que gracias a nuestro deseo de aliviar nuestro sufrimiento, podemos desarrollar todo nuestro potencial.